Vengo de ver, Antón
un niño de pobrezas tales
que le di para pañales
las telas del corazón
Murieron 81 jóvenes en la Cárcel de San Miguel. La hoguera los consumió haciendo realidad las profecías del infierno, solo que aquí en la tierra y a pocos kilómetros de nuestros hogares. Los consumieron las llamas, encerrados en sus celdas pidiendo un socorro que no llegó. Ardieron por fuera y por dentro en la peor de las agonías y fueron a morir una muerte pavorosa. En medio de mi angustia escucho a quienes dan gracias a Dios por haberse salvado, y también a las madres de los muertos que no entienden, que claman al cielo, y me pongo a pensar, que es aquí donde Dios y los hombres separamos aguas. ¿De quién es la culpa? ¿ Dios, que los dejó abandonados, que no permitió el milagro que descorre los cerrojos? Dios que los mandó a nacer en la miseria y a morir miserablemente clamando su nombre? ¿O fueron ellos los que a punta de actos malos se condenaron a muerte? Y nosotros, que nos hemos esforzado en cumplir las normas y ganar honestamente nuestro pan, ¿qué vela llevamos nosotros en este entierro?
De Iván, uno de mis alumnos, aprendí que las cosas de Dios solo las comprende Dios. Orientar la pregunta al cielo nos llenará de incertidumbres, o nos dará la certeza en las convicciones de nuestra propia cosecha, las cuales revestimos del aval divino, como si todo lo que se cree o se hace en nombre de Dios, fuera cierto..
En esta tragedia debemos interrogar al hombre. Esta vez no se trata de lo que Dios hace con el hombre, es al revés, lo que el hombre le hace al hombre es lo que importa, y por ende, para quienes creen en Dios, lo que el hombre le hace a Dios.
El párrafo a continuación, es parte de una entrevista dada por "Marcola" un líder narco de Sao Pablo al diario O Globo de Brasil
" *O Globo:
¿Usted es del PRIMER COMANDO DE LA CAPITAL *(PCC)*?
Marcola:
Más que eso, yo soy una señal de estos tiempos. Yo era pobre e invisible. Ustedes nunca me miraron durante décadas y antiguamente era fácil resolver el problema de la miseria. El diagnóstico era obvio: migración rural, desnivel de renta, pocas villas miseria, discretas periferias; la solución nunca aparecía. ¿Qué hicieron? Nada. ¿El Gobierno Federal alguna vez reservó algún presupuesto para nosotros? Nosotros sólo éramos noticia en los derrumbes de las villas en las montañas o en la música romántica sobre "la belleza de esas montañas al amanecer", esas cosas.
Ahora estamos ricos con la multinacional de la droga. Y ustedes se están muriendo de miedo. Nosotros somos el inicio tardío de vuestra conciencia social.
Ahora estamos ricos con la multinacional de la droga. Y ustedes se están muriendo de miedo. Nosotros somos el inicio tardío de vuestra conciencia social.
"*O Globo:
¿Usted no tiene miedo de morir?
* Marcola:
Ustedes son los que tienen miedo de morir, yo no. Mejor dicho, aquí en la cárcel ustedes no pueden entrar y matarme, pero yo puedo mandar matarlos a ustedes allí afuera. Nosotros somos hombres-bombas. En las villas miseria hay cien mil hombres-bombas. Estamos
en el centro de lo insoluble mismo. Ustedes en el bien y el mal y, en medio, la frontera de la muerte, la única frontera. Ya somos una nueva "especie", ya somos otros bichos, diferentes a ustedes.
La muerte para ustedes es un drama cristiano en una cama, por un ataque al corazón. La muerte para nosotros es la comida diaria, tirados en una fosa común.
en el centro de lo insoluble mismo. Ustedes en el bien y el mal y, en medio, la frontera de la muerte, la única frontera. Ya somos una nueva "especie", ya somos otros bichos, diferentes a ustedes.
La muerte para ustedes es un drama cristiano en una cama, por un ataque al corazón. La muerte para nosotros es la comida diaria, tirados en una fosa común.
No se qué decir, salvo que Vengo de ver, Antón, un niño de pobrezas tales, que le di para pañales, las telas del corazón, Si no fuera por el desamor, no habrían ardido vivos 81 muchachos. Sus gritos son una jabalina clavada en el centro del corazón.
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