¿Dónde queda el lugar de las cosas? ¿Cada objeto tiene un lugar de residencia?, ¿cada lugar una senda precisa que conduce a él?
Me pregunto, porque después de lo que he vivido en los años que hago clases a la cárcel, la respuesta ya no es obvia...
José Luis volvió a clases después de dos meses de encierro en la Cárcel de Máxima Seguridad. Le pillaron un teléfono celular y se fue castigado. Dos meses encerrado en solitario durante 22 horas diarias.
Cada vez que desaparece un alumno y me entero que está castigado, me entristezco. A muchos he visto volver de ese encierro feroz, más pálidos que la luna y con la ansiedad instalada en la médula . Pero el día que volvió el “Lito”, llegó triunfante. Asombroso, no solo había sobrevivido al encierro, ¡lo había derrotado! Y no solo lo había derrotado, sino que lo transformó en un momento de crecimiento, de introspección, un momento místico.
"Es que no estuve preso, señorita, en mi cabeza estuve libre, imaginando y escribiendo". Me entregó un montoncito de hojas de cuaderno. Como hojitas del árbol de los sueños, fui recibiendo los versos más preciosos. Lito armó caminos, recorrió en silencio y mientras soñaba sus sueños, se encumbró a lugares inéditos. Escuchando su historia, comprendí que ese "mundo interno" al que se refiere en sus poemas, es capaz de contener este mundo y el otro, y que el poder de imaginar puede ser una gloria incluso en un lugar destinado al tormento.
Como en la leyenda apache que dice que en nuestro corazón combaten un lobo bueno y uno malo, y que gana el lobo al que alimentemos, Lito llenó su corazón de bondad y de historias bellas, y en ese encierro pensado para quebrar, pudo florecer.
Escuchándolo, quedamos todos puestos en el lugar de las posibilidades infinitas. Por eso, la tarea de la semana, consistió en diseñar la casa en la que cada uno quería vivir. Debía ser auto sustentable, en un lugar que fuera a la vez habitación y fuente de ingresos. Cada uno elija lo que quiera, diseñe como quiera, escriba, pinte, narre una historia, eche mano de lo que tenga a mano, pero invente su lugar. Y a la clase siguiente, la sorpresa...molinos de viento, plantas de tratamiento de aguas, sembradíos, camioncitos fleteros, casas coloridas con corredores de sombra y ventanas luminosas, jardines, talleres de costura, pajareras, chancherías, hornos de barro. Y como fue tan bello, la tarea de la semana siguiente consistió en el trabajo conjunto de pensar una comunidad. Tomen algún lugar, y armen su pueblo, piensen en la forma en que quieren convivir, ganarse la vida, formar sus familias. Y llegaron mis alumnos con un plano, que desenrollado, mostró una comunidad preciosa, en que la gente trabaja en conjunto, y comparte en respeto y en igualdad. Mejor que la "Utopía" de Thomas Moro, porque esto parece de verdad, un pueblito en que no hay nada dejado al azar. Desde el sistema de regadío y alcantarillado, hasta 8 páginas de un plan de salud y otras tantas en que se concibe la educación del futuro. Todo ha sido soñado desde el lugar más tenebroso, que para siempre dejó de serlo. Por eso, ya no es tan claro dónde queda el lugar de las cosas, porque en medio de una prisión en el corazón de Santiago, en el corazón de un grupo de hombres presos, vive un pueblo bueno y feliz. Tiene hasta un observatorio astronómico, para observar el firmamento.