jueves, 13 de agosto de 2009

EL AMOR Y LA CHICOTA


…No es lo mismo que “el amor y la chacota”, ese amor revoltoso de los veranos en la adolescencia, o “el amor y el chicote”, que también existe, y es el que se tramita con sus obsesiones de control y su dosis de tortura, no, este amor y chicota es la maravillosa historia de amor entre un hermano y una hermana, mezclada con la maldita chicota, una droga que causa estragos en los penales de Chile.

El mismo Manuel de la historia de la manzana, único hombre entre once hermanas mujeres, tiene una hermana regalona, su compañera, su amiga del alma. Es la Violeta. Yunta desde chiquititos, salían a patiperrear por el centro, con un perro que se llamaba Mapocho y una muñeca que Manuel le regaló a la Violeta. La había comprado con la plata que se robó de un puesto de frutos secos. El tenía cinco años y ella cuatro. Juntos caminaban hasta que por ahí los pillaba la noche, que finalmente para Manuel, se transformó en una noche inmensa de 29 años.

Pero cómo se querrán esos hermanos, que la Violeta ha seguido a Manuel en cada cárcel, en cada traslado ha estado al pie del cañón, haciendo la cola de madrugada para llevarle sus cosas.

Hace años, cuando Manuel era joven, parte de sus “cosas” era la “chicota”, que la Violeta le ingresaba entre el Nescafe y las camisas limpias, hasta que tanto va el cántaro al agua, que la pillaron y la metieron presa. Ahí colapsó Manuel. La Violeta presa por su culpa! Ese mismo día pidió que lo encerraran en una celda de castigo. Llegó con su colchón, y se acostó a dar la pelea. Por dos meses apretó los dientes y aguantó como pudo los horrores de la desintoxicación, hasta que salió limpio y con el juramento de nunca, nunca jamás volver a consumir drogas. Había utilizado a su hermana, la había arriesgado, la hizo sufrir…”cómo será el demonio de la droga, que ciega y pasa por sobre lo que nos es más sagrado”.
Y nunca más, ha sido nunca más! Dos meses aislado, y se terminó para siempre la chicota, y se terminaron para siempre las drogas.

La pureza del amor de estos hermanos me conmueve profundamente. En la sordidez de la cárcel, la voz de la Violeta ha sido el susurro de aliento permanente al oído de Manuel. Se han cuidado y se han querido como han podido, nunca se han soltado las manos, en un amor generoso como el infinito.

Manuel no quiere que la Violeta lo vaya a ver tan seguido. Le hace mal, me comenta, ya está viejita, tiene la presión alta, se cansa, además la diabetes la tiene complicada…por mi, mejor que ni venga…!

Y vuelvo a imaginarme al cuarteto: a Manuel, a su perro Mapocho, a la Violeta y a su muñeca… patiperreando en esos años, en que en Santiago se escuchaban boleros.

                                                                                                                                      Pintura:Joan Eardley

sábado, 11 de julio de 2009

La Manzana



Manuel deja todos los lunes una manzana en el pupitre de la profe.
Es una manzana grande y resplandeciente como un planeta, probablemente abrillantada contra la manga de la chaqueta. Preciosa, nos vuelve al colegio, o inventa uno para quienes, como Manuel, nunca pisaron un aula. En el auto, camino ya a mi casa, a punto de hincarle el diente, paro en una luz roja y veo a un niño chiquitito, haciendo malabares con tres pelotas de tenis. Su cabecita apenas aparece por arriba del capo de los autos. Le hago señas, y llega corriendo a mi ventana…le falta un choclero, como será de chico! …le paso la manzana… me mira con una sonrisa de oreja a oreja, la tira al cielo… y alcanzo a ver como vuelan por el aire, una pelota, una manzana, otra pelota, una manzana, una pelota… una pelota…un sueño...otra manzana…una pena…una pelota…una manzana…una pregunta…una pelota…

Guaripola chiquitito, estará mordisqueando la manzana de Manuel -otro niño de la calle- que hace 29 años es un hombre entre rejas.
Me voy pensando en ellos dos…y con dolor me acuerdo de esta canción de
Piazzolla y Ferrer

Pintura, Barry Yang



Por las noches, cara sucia
de angelito con bluyín,
vende rosas por las mesas
del boliche de Bachín.

Si la luna brilla
sobre la parrilla,
come luna y pan de hollín.

Cada día en su tristeza
que no quiere amanecer,
lo madruga un seis de enero
con la estrella del revés,
y tres reyes gatos
roban sus zapatos,
uno izquierdo y el otro ¡también!

Chiquilín,
dame un ramo de voz,
así salgo a vender
mis vergüenzas en flor.
Baleáme con tres rosas
que duelan a cuenta
del hambre que no te entendí,
Chiquilín.

Cuando el sol pone a los pibes
delantales de aprender,
él aprende cuánto cero
le quedaba por saber.
Y a su madre mira,
yira que te yira,
pero no la quiere ver.

Cada aurora, en la basura,
con un pan y un tallarín,
se fabrica un barrilete
para irse ¡y sigue aquí!
Es un hombre extraño,
niño de mil años,
que por dentro le enreda el piolín.

Chiquilín,
dame un ramo de voz,
así salgo a vender
mis vergüenzas en flor.
Baleáme con tres rosas
que duelan a cuenta
del hambre que no te entendí,
Chiquilín.

Por las noches, cara sucia
de angelito con bluyín,
vende rosas por las mesas
del boliche de Bachín.

Si la luna brilla
sobre la parrilla,
come luna y pan de hollín.

Cada día en su tristeza
que no quiere amanecer,
lo madruga un seis de enero
con la estrella del revés,
y tres reyes gatos
roban sus zapatos,
uno izquierdo y el otro ¡también!

Chiquilín,
dame un ramo de voz,
así salgo a vender
mis vergüenzas en flor.
Baleáme con tres rosas
que duelan a cuenta
del hambre que no te entendí,
Chiquilín.


lunes, 22 de junio de 2009

ITALO

Italo me tiene hasta la coronilla. Se lo lleva mirando el techo, o se mira las uñas, o no quiere escribir. Está en cualquier parte menos en clase, y para más remate se sienta en primera fila. Siempre en primera fila, con su cara de nada y sus cejas depiladas.
De vuelta a mi casa voy pensando que ojala lo saquen del curso. ¡Su cupo se puede llenar con alguien que no ponga cara de estar haciendo un favor!

La clase siguiente le pregunto:
-“Italo, ¿desde cuando está preso?
-Desde los once años, señorita, entrando y saliendo.
-Y ahora, ¿cuánto tiempo lleva preso?
-Cuatro años, señorita.
-¿y cuantos le quedan?,
-seis
-¿qué edad tiene?
-Veintiuno, señorita
-Cuénteme, Italo ¿ porqué viene al curso?
-Porque me gusta estar aquí tranquilo, escuchando nomás, señorita

Todos los lunes parto con mi hija Antonia camino a la cárcel. Ella se baja en Bellavista con Pío Nono, porque estudia Derecho en la U. de Chile. Nos vamos conversando, me cuenta que le carga derecho procesal, y que la Cami está de cumpleaños, yo le pregunto si cerró bien el termo, y le digo que saque mil pesos de mi billetera, para que compre un café y algo rico en el kiosco. Nos damos un beso y la miro mientras camina con su mochila llena de libros y sus zapatillas moradas. La Antonia tiene 21 años…

Me acuerdo de una canción mexicana… Maldito corazón…Maldito corazón así me siento…qué porquería tengo en la cabeza. Me acuerdo de otra…”tonta ciega sorda y muda” esa es de la Shakira.
¡Qué estuve pensando…Dios mío!

A la clase siguiente me entrega una hoja de block doblada en forma de corazón, que dice:

“Cuando tenía 11 años de vida se fue al cielo lo más apreciado de mi vida mi abuelita paterna la que me dio educación desde los tres años de vida. Junto a ella reí, jugué y tenía sueños como cualquier niño de mi edad.
Por las mañanas me despertaba para irme a dejar al colegio. Aún extraño cuando me retaba por hacer algo malo, cuando me felicitaba por mis buenas notas y cuando me felicitaba por mis triunfos.
Un día me desperté por la mañana, me vestía para ir al colegio y la ví estiradita en su camita con sus piernas colgando y fue ese día en que Dios me llevó mi vida y mi alegría. Siempre la recordaré, llevo su imagen guardada en lo más profundo de mi corazón y se que donde está se encuentra bien porque es un ángel más de Dios (Lucía Gallardo)”

jueves, 11 de junio de 2009

Historias

Quienes son…de dónde vienen…. el recorrido…me pregunto a veces, el recorrido…
Mario…, Alfredo…Juan…, Claudio…¿porqué llegaron hasta acá?
Se porqué están condenados, pero no es eso…los pasos de antes…

Solo puedo imaginar el recorrido de los últimos metros: se corre el cerrojo, se abre la celda y cae una puerta, y otra y otra y otra. Al final del corredor abren los brazos, los revisan, más allá el detector de metales, las cámaras. Y caminan hasta esta sala perdida al final de un subterráneo., al final de un laberinto de pasajes y escaleras. Hasta acá los habrá traído una cosa tras otra, probablemente. Como todo…uno sabe donde parte, pero no donde termina.

Y van saludando, manos, besos, algunos abrazos de los más antiguos. Llegan con sus cartas y poemas, y con sus historias que van soltando de a poco. Como las del Sirio, interminables historias de guerra, de niños que no fueron niños, sin caricias ni juguetes, empujando burros a los campos minados para verlos volar, jugando arriba de los tanques, del niño amigo que subió al avión de guerra y murió eyectado y pegado al techo del hangar, del papá de otro amigo que volvió del frente adentro de un cajón de manzanas y con los pies colgando.
Y cuando hablamos de Romeo y Julieta, el Sirio nos cuenta la historia de Leila, la princesa enamorada y correspondida por su primo, prometidos en matrimonio, -pero obligados a guardar silencio y distancia-, que se encuentran casualmente al margen de un lago. Él desenfunda la espada y le pide un beso. Ella se niega, a pesar del deseo del amor y el temor a la espada. Se dispone a morir por su castidad, cuando el primo declara enamorado, que el beso impuro habría sido el de su muerte. El príncipe guarda la espada y todos felices, ella se casa invicta y el mundo sigue en orden.
Para el Sirio y sus historias, esta es la isla del desembarco. Lo mismo para los otros.
. Se acabó la
“del pirata cojo
con pata de palo,
con parche en el ojo
con cara de malo
del viejo truhán capitán
de un barco que
tenía por bandera
un par de tibias
y una calavera,,,” (J.Sabina)

Paró el viaje, están detenidos. Pero están escribiendo historias en que esta vez son ellos los buenos. Se reconocen en las palabras de los versos, con las mismas ansias de amor y de caricias que los poetas.
Esa es la maravillosa alquimia de los poemas, porque las mismas palabras que una vez nos condenan, otra vez pueden ser las que nos salvan. La plegaria del verso desencripta el lenguaje de lo bueno y lo hermoso, que yacía mudo y expectante en el alma noble da cada uno de estos presos.

Texto Maximiliano

“De día viviré pensando en tu
Sonrisa, de noche las estrellas
Me acompañarán, serás como una
Luz que alumbre mi camino” (Nino Bravo)

Yo esta estrofa para mi me
llega, porque yo pienso en mi
familia y me da fuerza para
seguir luchando y se me hace
más agradable a este día que está pasando
y se que un día caminaré por un
sendero correcto, porque el amor
es la semilla más próspera
que uno puede tener.