martes, 19 de febrero de 2013


Febrero...está precioso el mar. Si mis alumnos pudieran mirar por esta misma ventana...pero no pueden, están castigados, algunos de ellos, por lo que les queda de vida. Hicieron cosas reprobables, llegando, en algunos casos, a destruir o arruinar la vida de gente inocente, y en todos los casos, a arruinar su propia vida y la de sus familias. Pero como yo los he ido conociendo, he podido distinguir entre el acto y el hombre, y con estupor he comprobado, que entre ellos hay hombres buenos, que han cometido actos malos.   Pienso en ellos, en sus celdas calurosas y hacinadas, en el encierro que los obliga a ir  al baño a vista y presencia de sus compañeros, en su amargura silenciosa,  hasta que vuelvo a mirar este sol que da vida al más lindo de los azules. Hay algo mal que no se puede reparar, porque no hay instrumento que nos permita mirar esa zona del ser a la que llamamos alma, ni sistema o voluntad que intente comprender qué fue lo que pasó, que mire el porqué de ese delito. Si así fuera, habría un enroque gigantesco...y Mario, y Alfredo, y Omar, y Lito, y Carlitos, y Angel, y Claudio y los Manolos junto a cientos de otros hombres, cederían a otros el lugar de sus celdas y partirían a vivir su vida en paz.

pintura: Joquín Sorolla