sábado, 4 de diciembre de 2010

A Flor María


Tú, mi bella flor, rayo de sol. 
Tu fotosíntesis a  tan corta edad, fue la vida de mi vida.
Al igual que un cargado "mojito" tu belleza me embriagaba, 
nacía en mi el primer amor, 
y logré robar un poco de nácar de tu dulce corazón.
Aún no estando en el Malecón, 
no necesitábamos de caracolas 
para escuchar el tronar de las olas 
que se confundían con los latidos de mi corazón.
En temporada primaveral, 
sentíamos las brisas de un tenue viento. 
Corría el mes de mayo de 1974 cuando a pesar de mi nula experiencia 
en tus labios rotos posé los míos.
Así corrió el tiempo, 
por motivos de rigor 
caminábamos entre las brisas del viento 
con una espina en el corazón.
Entre el ruido 
de las olas rompiendo en el Malecón, 
aferrados de las manos  
con un apasionado beso, me despedí de ti 
mi bella flor.

En Cuba conocí el amor. Por primera vez puse los ojos en una niña maravillosa que marcó parte de mi vida
y que nunca ha salido de mi corazón.

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