viernes, 13 de abril de 2012

El Canto



Pudo ser Borges y su jardín,
o nuestra ceguera compartida
no recuerdo bien, cuando fue que sucedió
creo llegó del canto de aquella dama,
que sin mencionar el nombre enmascarado,
cambió el rumbo derrotado
por senderos de desgranados girasoles.

Con careta fuera
y armadura acribillada:
la flecha cambió por saeta
noche, por manantiales de estrellas
abrazos, por enseñanzas del alma,
y fuego, por el deseo de un amor.

No recuerdo cuando sucedió,
más aquello, no me quitó el sueño,
pues mi ser, ya embriagado de letras,
envuelto en plegarias sin fin,
amaneciendo con el vestido nuevo de la luna
se cubrió con el manto
de las palabras más sencillas
para oír el inocente canto,
del gorrión al despertar.

Mario Pedraza
pintura: Hyeronimus Bosch


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