viernes, 21 de octubre de 2011

Niños


                                                                         
Los llaman "niños en situación de calle". Son los antiguos "niños callejeros", que circulan, duermen, comen, "van al baño", se lavan, trabajan, y socializan en la calle. Sin techo, en los días de calor, buscan la sombra sentados contra los muros de las veredas que dan al sur,  y cuando llueve o hace frío, se cobijan (hasta que los corretean) en las estaciones del metro. Pasan la noche bajo los puentes, en patota y acurrucados entre si. Son astros de la supervivencia, ganan algunas monedas empujando carros en la Vega, cantando en las micros o robando. Igual que sus padres, se enamoran siendo niños, y a su vez son padres y madres a los 13 años, dando vida a un nuevo contingente de niños que no hace más que repetir la miseria.

Nos decimos que niños que corren esa suerte ha habido siempre, y sacudimos la cabeza con la misma resignación con la que enfrentamos la llegada de un niño enfermo, pero con más indiferencia. Solo que  estos niños no están enfermos, al menos no nacen enfermos, pero en nuestro imaginario subterráneo, son niños terminales que no tienen vuelta. Afortunadamente no nos corresponde a nosotros hacernos cargo, para eso existe una institución llamada SENAME. No sabemos muy bien qué es el SENAME, ...un internado?... una cárcel de menores...? un orfanato...? ni idea! Tenemos la sospecha de que no es precisamente un premio ir a parar al SENAME, ni conocemos a nadie que se haya educado en esa institución, pero es la respuesta que nos hemos dado como chilenos a las necesidades de los niños abandonados . Habrá algún artista, escritor, político, arquitecto, profesor, médico... empresario ...ex interno del Servicio Nacional de Menores? En el CAS, en Colina, en la Peni, en San Miguel, en Santiago 1, ahí si que está lleno de ex internos del SENAME. Son ex niños heridos por el desamor hasta la médula de los huesos. La mayoría se fugó cada vez que pudo desde su centro de reclusión,  y muchos cayeron presos al cumplir la mayoría de edad. Nada pasó en su tiempo de reclusión en el Servicio Nacional de Menores, que los llevara a modificar conductas. Algunos de ellos son o han sido mis alumnos, y déjenme decirles que no sólo ellos son víctimas del amor que les faltó en la infancia, sino que lamentablemente, también sus víctimas fueron víctimas de ese amor que les faltó de niños. Nuestra indiferencia es muy mal negocio, porque el abandono, el rigor excesivo, la falta de espacios de creación, todo eso es una fábrica de delincuentes. Y si este argumento práctico no logra conmovernos, tal vez lo haga imaginarnos qué habría sido de nuestros hijos recluidos en el Servicio Nacional de Menores, o viviendo solitos, durmiendo en la calle, sin agua,sin caricias, sin ternura, sin consejos y comiendo mugre.     

imagen:lacagada.worldpress.com


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