lunes, 16 de agosto de 2010

Las dos Manuelas


                                                                                                                                Aleksei Tivetsky

Estoy dormitando, me han operado hace dos días, no soporto la sábana, ni la luz, ni el ruido del pasillo...siento mucho dolor, no encuentro posición para aliviar la espalda y hace poco me bajaron la morfina y tuve una crisis de angustia. Por instrucción del doctor la enfermera puso un letrero "sin visitas" junto a mi puerta, mientras él mismo me dice que recién el miércoles puedo irme a mi casa, lo que suena a tragedia, porque "recién" es sábado. Estoy adolorida y triste cuando se abre la puerta y entran dos señoras. A una la conozco, chiquitita, viene vestida de rojo, es Silvia, la señora de Manuel Henríquez. La otra es una mujer alta, morena, con el pelo entrecano amarrado en un moño, y dientes albos. ¡La Violeta, la mentada Violeta, la hermana de Manuel Tapia! Pese al Transantiago y a que una vive en Renca y la otra en Puente Alto, se juntaron en la estación los Héroes, se equivocaron bajándose en Los Domínicos, tomaron la 41 y llegaron, almas del cielo, a verme. Las dos sonrientes como flores, olorosas como flores, más lindas que flores, entre ellas se tratan de usted Señora Silvia y Usted Señora Violeta, porque no se conocen. Y se ponen a rezar. Es decir, la Silvia reza porque es católica y la Violeta ora porque es testigo de Jeovah. Y la Señora Violeta me toma las manos y dice una oración preciosa, una petición en que le pide a Jesús que me cuide "de la mollera a la planta del pié" y repite, Jesús cúidala y bendícela "de la mollera a la planta del pié"
Después me dicen que tome agüita de matico porque sana las heridas por dentro, y que muerda hojitas nuevas de llantén, y nos despedimos porque se está haciendo oscuro y el viaje es largo.
Paso una noche tranquila y en la mañana del domingo me examina el doctor: "ya Andreita, que te junten tus cositas, te mando pa la casa". ¿y qué pasó, no me tenía que quedar hasta el miércoles?...tenías...pero no se...algo pasó,...ayer en la tarde estabas muy frágil,  pero ahora estás estabilizada, te vamos a sacar todas estas mangueras, observarte unas horitas y si sigues bien...a la casa!

Hoy es lunes y mientras miro el florero sobre la cómoda me acuerdo de las dos Manuelas, ángelas de mi guarda.... 

7 comentarios:

  1. Ah, cuanto me alegro de que estés bien Andrea, y además visitada por las dos Manuelas que parece que sanan más que cualquier medicina de la Clinica; buen dar no ? alentaita está la tan querida Andrea Brandes.
    Ya te estaremos visitando.

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  2. Me alegro tanto de saber de ti. Y qué bueno que ya estés en tu casa. El relato preciso, entrete, liviano y mágico, al parecer. Como siempre un agrado.
    Un beso mayor.

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  3. Un cariñoso saludo. Admirado de tus entrañas que porfían en seguir generando. Y más cuando hallaron a dos rezadoras que les acicatearan su rebeldía.

    Enzo
    (ya nos conoceremos)

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  4. Andrea... aqui no alcanza el espacio para el abrazo que me ionspiras, tendras que ir a buscarlo aqui http://mirandalo.blogspot.com/2010/08/paea-por-aqui-solo-si-tienes-sed-de.html

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  5. querida agüita de matico.
    Eres hermosa de la mollera a la punta del pie.
    Te has sanado tan rápido porque tienes aún una larga lucha contra la obscuridad de la CAS.
    besos

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  6. Lo de Violeta y Silvia, es parte del realismo mágico de nuestra América Morenta, ese Dios mezclado con hierbas y raíces, estas vírgenes morenas como la Guadalupe mexicana, o la virgen de los vientos alzada en la tierra latina, encaramada en los tajos de Nahuelbuta. Las viejas recetas de matico, llantén, vienen del cariño de la tierra, te avisa que eres parte de ella que es tu madre, te sostiene, te levanta, se te mueve, y luego nos arropará en el sueño que ella sabe dar

    Alfredo

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  7. impresionante tu relato, te vi en la clínica tan débil que me asusté. Tu decías que estabas "bastante bien" pero era cuestión de mirarte... Voví al día siguiente y casi me muero cuando no te encontré...! y resulta que estabas en tu casa, y yo que no creo en milagros, me quedo con la boca abierta y no se qué decir más que agradecer a tus dos Manuelas, y pedir que nada te aparte de los que te queremos tanto

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