martes, 29 de septiembre de 2015

Los tres puentes


Eramos niños, inquietos, llenos de ansias. Vivíamos en Renca desde donde nos arrancábamos al río Mapocho, que traía para nosotros un pedazo de Cordillera. Cercano al río: los tres puentes, por uno de ellos venía crujiendo el tren. Corríamos los chiquillos felices imitando el ruido del tren hasta Matucana Vieja, mientras escuchábamos los gritos de mi mamá desde su cocina: "¡no se junten con los cabros del río!!"
El sol pegaba sobre la pared que cortaba el río y subían las aguas de la tarde. Con la puesta de sol, se abrían las compuertas de la represa Vivaceta y nuestro espacio se llenaba de maravillosas aguas. El río se transformaba en nuestra piscina, y trepábamos entonces por los metales cruzados de esos puentes de fierros viejos, desde donde volábamos en nuestros piqueros de niños pobres a clavarnos felices en las aguas del Mapocho.

             Antonio Orellana
pintura:William Turner

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