domingo, 6 de octubre de 2013

El Cielo y la Tierra


Todos mis alumnos, excepto Cristián y Don Guillermo, han sido consumidores de droga. Marihuana, Cocaína, Pasta Base, LSD, Hongos, Heroína, Ayaguasca, Chicota, Extasis y otras que no conozco. Salvo una que otra tímida defensa de la marihuana, todos  ellos coinciden en que la droga es  parte de los factores que los puso entre rejas. En el caso de los narcotraficantes, sobran explicaciones, pero ¿qué papel jugó la droga en la vida de quienes están presos por otros delitos?

Del mismo modo que en Chile -indudablemente- no todos los pobres cometen delitos y terminan presos, pero (casi) todos los presos son pobres, no todos los adictos cometen delitos y caen presos,  pero prácticamente todos los presos han sido adictos.
Para muchos de mis alumnos, la droga se convirtió en un calvario.
Waldo, por ejemplo,  ha sido poli adicto, ha pasado por distintas drogas y por varios tratamientos de rehabilitación, ha vuelto a caer reiteradas veces, pero ni él ni quienes lo quieren, pierden las esperanzas.  Su relato muestra en forma cruda y poética, la contradicción interior de un hombre que consume droga, y el dolor que siente, al depender de algo que odia.

El Cielo y la Tierra

Es de noche y miro la puerta
dirijo lentamente hacia mis manos la mirada,
me detengo, escucho el tic tac de un reloj
como la espera de una noticia horrenda.

Doy tres pasos y llego a mi cama.
Tomo con mis manos mi cabeza,
me siento, estoy en un debate
en la intimidad de mis dudas.
Las ansias y el dolor abundan en mi cuerpo
a mi memoria no llega nadie
mucho menos a mi corazón.

Se lo que oculto en mi velador
pero hay una cruda guerra
entre el bien y el mal.

Tomo papel y lápiz, trato de escribir
ya he perdido todo.
Me preparo a la ceremonia de mi vida
me limpio la cara, me lavo y me visto para la ocasión.

Te miro,
tan pura y brillante
vestida de blanco esperas en el altar por mi.
Como un amor deseable
pero de amargos momentos
que adormece mis pensamientos
y nubla mis sentimientos.

Busco alguien en quien ocultarme
para no casarme contigo
pero se que estaremos juntos para toda la vida.

Duermo un poco, despierto más tarde
hay aroma a tabaco y alcohol
un sentimiento de culpa remece mis sentidos.
No encuentro orientación
no se qué hacer, me levanto y corro
y nuevamente estoy delante de la puerta.

Mi mujer me mira
con el brillar de sus ojos
y me seduce con adormecerme
una y otra vez.

Miro mis manos
tomo lentamente y con miedo
la perilla de la puerta, está fría.
Tomo la decisión y me preparo a abrirla,
logro hacerlo, un viento entra
y como un respirar de Dios desaparece
aquella mujer de amargo sabor-

Miro hacia arriba, a mi mente
niños jugando
risas y burlas gatillan., me arrodillo
aprieto mis manos en la tierra
siento el aire en mi cara
el tibio resplandor del sol sobre mi cabeza.

La vida me da una oportunidad.


Waldo



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