Cuatro de la tarde en punto
aparecen los ya infaltables gorriones.
No es el tiempo desconocido quien los atrae,
es el alma generosa del viejo Lalo,
quien comparte su sagrada ración de comida...
...con sus compañeros de condena.
No es el tiempo, es la experiencia insertada
en sus pequeños cerebros.
¡¿Que un mal Hombre?!...si comparte su alimento.
Viejo Lalo, rostro arrugado, ojos tristes
y una sonrisa que nos es suya.
¡Está pronto a cumplir su condena!
¡Está pronto a reencontrarse con la libertad!
Aquella libertad que es casi un nostálgico recuerdo.
Para él, para o pocos...pero aún no para mi.
Cruzamos palabras, nuestros temas son de deportes,
(en mis adentros lo imagino corriendo,
escapando de su realidad).
Me cuenta que alguna vez tubo un tribu,
su india, sus cachorros, su ruca...alguna vez los tuvo.
Se le nubla la mirada, se humedecen sus ojos,
queda en silencio y cambiamos de tema,
...solo fue otro nostálgico recuerdo.
Respira profundo y me dice algo que para él
es muy importante: "Comparé Mario, ¿Usted podría
darle comida a los pajaritos cuando yo me vaya?
Con un apretón de manos respondo que si.
Par mi es contradictorio ver s raciocinio empático
ante el rol dictado e ilusorio
que le han implantado vivir.
Para mi él no es un numero,
miro alrededor y solo veo personas
más no encuentro ningún número.
Personas a las que les es más fácil creer
en las profecias Mayas del 2012
a que un benefico los premie por su buen comportamiento...y por Decreto Ley.
-¡Mire el tordo!- dice el viejo Lalo
y una avecilla negra, casi azul
resalta entre los gorriones.
Se sonríe y yo me preocupo
trato de imaginarme en algunos años
continuando este ritual
y me dan ganas de mandar todo a la mierda!
Apresuro mis pasos
busco las fotografías de mi tribu
y apaciguo mi corazón.
No soy ni seré jamás un numero,
queda atrás cada noche, un pasado,
y el futuro viene en el próximo segundo
y la libertad?...
no será un nostálgico recuerdo.
Mario Pedraza
foto:Burt Lancaster, película Alcatraz
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