Sus manos tan dulces
se habían disipado
la niebla del tiempo
se las había llevado.
Y yo tan pequeño
tan burdo y huraño
perdí sus manitos
¡y las he recuperado!
Mi canto y sus estampas
se alzaron por años
lloré y las retuve
acá en mi sufrimiento.
Por fin la esperanza
llegó hasta mi puerta
y aquí están mis hijas
tan suaves y tiernas.
El tiempo devuelve
las semillas sembradas,
yo tuve mis hijos
y han vuelto a mi lado.
Sonrío a los vientos
me alegro en sus presagios
dulzura de hijos
yo nunca he olvidado
Claudio Spiniak
http://kwekudee-.blogspot.com/
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