Es mediodía,
observo a mi padre
no salgan le dijo a mi madre
prende un cigarrillo su mirada
preocupante.
Me toma entre sus brazos
me sienta en sus piernas
un silencio como
si se estuviera despidiendo.
Mucha bulla al fondo, estruendos
gentes corriendo, el suelo tiritaba
como si un gigante caminara pero
también caminaba un dragón arrojando fuego.
Tantos desaparecieron
tantos sollozos en silencio de tantos
miedos un país entero.
Esa tarde entró mucha gente a mi casa
y fue la última vez
que nuestras miradas con mi padre
se cruzaron
una mirada profunda.
Ya han pasado 40 años
y esto que estoy escribiendo lo veo
en los ojos de mi padre aquella tarde
por eso está dedicado a las
hijas e hijos, madres, esposas y familiares
que hoy a sus seres queridos
siguen buscando
José Marambio
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