Mi muerte murió hacia la vida,
al fondo quedó la herida y su pena cuajada
ahí dejé a la nada temblando
mientras fui ascendiendo y mirando
lo que antes vi sin descifrar.
Para mirar, me arranqué los ojos
agrios de tanta pena vieja,
sucios de eso que se deja envejecer.
Para ver, busqué en el hueco de mis ojos vacíos
eso que hice contrariamente
los ladridos de los perros
y las caras de las gentes
a las que hice sufrir y que me hirieron.
No se que más vieron mis ojos
pero fui a lavar los orificios tristes
con esa agua que me diste y recibí.
Ahí la luz se zafó de su mortaja,
tomé una navaja blanca y rajé la tela
al amanecer,
y pude ver lo que empezó a brillar
entró la luz que llenó de mar mis ojos nuevos
y al alumbrar los despojos del pasado
vi, que había traspasado el umbral.
pintura: Jennifer Watson
No hay comentarios.:
Publicar un comentario