Dormía en copiosos abrojos
hacinada de sueño y sentires
remota careta bosteza
y aumenta su embrujo en confines.
Indigo cielo blanquea
le ligan antojos de salvia
auspician retamos de carda
la muerte y harapos del bosque
arren la luz de septiembre.
¿Será que el sahumerio del vado
me trajo exhales de luces?
cariz de linaje dormido
revientan en hojas los ulmos
el Ñanco corrige al barranco
tiñendo con sol al rebaño.
La luz cenicienta nos dice
"Adiós, ya me voy, no me miren"
la arboleda chispea capullos
el arrollo se llena de arrullos
resplandece el lejano horizonte
y vigila su puesto en el monte.
En cadejos se vienen alfiles
una rosas también alhelíes
la cantera agasaja campanulas
y los maquis abrazan al lingue.
El osario de hojas revive
el huraño mirar de las hierbas
enarbolan con risa a rediles.
La modorra del bosque se ha ido.
El sopor se esfumó entre raíces.
Madre mia, es excelsa tu huerta
nacen nardos bailan los serafines.
Primavera de días gentiles
me fusiona a tu andar de raíces
la guirnalda de lluvia corola
a tus hijas floridas en corro.
Primavera, torciste la grama
tu candor es hechizo y nos llama
tu pureza envuelve miradas
y me quedo anclado a tus matas.
Alfredo Cabrera
pintura: El nacimiento de la primavera/ Sandro Botichelli
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